Una apuesta escénica elegante y gamberra que empareja la brillante composición al piano de Izaskun Barbàrie con la deslenguada poesía de trinchera de Gemma Almagro, todo ello aliñado con un monólogo sarcástico, puñetero y tierno a la vez, que no deja a nadie indiferente.
Un sainete contemporáneo sin precedentes. ¡El dúo más sincrónico y dispar del momento!