El título hace referencia a la frecuencia de un extraño sonido registrado en los últimos 35 años en distintos lugares del Pacífico, similar al canto de una ballena azul. Pero las ballenas azules se comunican en frecuencias que van de los 10 a los 39 hercios, por lo que la voz de esta extraña “ballena solitaria”, vibrando a 52 hercios, queda fuera del umbral auditivo de la especie. Se cree que la “Ballena de los 52 hercios” puede ser sorda de nacimiento, y que por eso nunca aprendió a emitir su canto en la frecuencia correcta. Ninguna otra ballena ha podido jamás escuchar su llamada.
52 hercios utiliza la metáfora de esa “ballena solitaria”, convertida en un símbolo del aislamiento social, para hilvanar una mirada poliédrica sobre personas que están sufriendo o han padecido soledad no deseada, en una especie de ‘vidas cruzadas’ en las que unas influyen en otras.
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