El Comienzo de la Aventura
El año 2020 fue un desafío para todos, y para mí, la necesidad de viajar en solitario y salir a explorar después del confinamiento era imperante. Encontré en el Camino de Santiago francés la oportunidad perfecta para reconectar conmigo mismo y con el mundo. Partiendo de Pamplona, me embarqué en una experiencia transformadora, donde conocer gente nueva y la bicicleta serían mis fieles compañeros hasta Finisterre.

Mi Ruta en el Camino Francés
Diario de Etapas

Pamplona → Los Arcos
El primer día fue una mezcla de nervios y emoción. La famosa fuente de vino de Irache fue una parada obligatoria y un presagio de las sorpresas del camino. Poco después, en Viana, conocí a un cicloturista madrileño, un encuentro que marcaría el inicio de muchas amistades.

Los Arcos → Santo Domingo de la Calzada → Burgos
La etapa se alargó, cruzando pueblos históricos y paisajes castellanos. Encontré un nuevo compañero catalán en el camino, y la noche en Burgos fue vibrante, con una salida nocturna para explorar la ciudad y su impresionante catedral.

Burgos → Sahagún → León
Días de pedaleo bajo el sol, conociendo a más peregrinos de diversas nacionalidades. Disfrutamos de un merecido descanso en una piscina, y en León, me reencontré con el primo del madrileño. La majestuosa catedral de León fue, sin duda, uno de los puntos álgidos visuales del viaje.

León → Astorga
La jornada hacia Astorga nos llevó a través de paisajes cambiantes. Por la noche, la cena en un albergue se convirtió en una memorable reunión multicultural, compartiendo historias y risas con peregrinos de todos los rincones del mundo. La camaradería fue palpable.

Astorga → Ponferrada → Vega de Valcarce
En esta etapa, el paisaje comenzó a volverse más montañoso. Me encontré con un padre y su hijo bilbaínos, compartiendo el tramo hacia Ponferrada. La preparación para subir el temido puerto de Foncebadón comenzó a hacerse sentir, con conversaciones sobre estrategias y fuerzas.

Vega de Valcarce → Triacastela → Sarria
El descenso desde el puerto fue adrenalínico, especialmente al ver a un cicloturista francés con una bicicleta vintage bajar a toda velocidad, casi sin frenos. El Camino nos seguía sorprendiendo con sus personajes y anécdotas inolvidables. La entrada en Galicia prometía nuevos paisajes.

Sarria → Portomarín → Melide → Santiago de Compostela
Los últimos kilómetros se hicieron con el corazón en la mano. El reencuentro con mi amigo madrileño cerca de Santiago fue emocionante. La llegada a la majestuosa catedral, con la plaza llena de peregrinos, fue un momento de pura euforia y la celebración con nuevas amistades hizo el día inolvidable.

Santiago → Finisterre
La última etapa, hacia el 'fin del mundo', fue un cierre perfecto para esta aventura. Pedaleando hacia el Atlántico, la emoción de llegar al faro de Finisterre, el punto más occidental de Europa, fue indescriptible. Un sentimiento de logro y de paz me invadió al contemplar el océano.
Galería de Recuerdos








Reflexión Final
Hacer el Camino de Santiago en bicicleta en el año 2020 fue mucho más que un viaje; fue una experiencia de libertad, de reencuentro con la naturaleza y con la humanidad. Las personas encontradas en el camino, las historias compartidas y la superación personal, hicieron de esta aventura un capítulo inolvidable en mi vida. Un recordatorio de que, incluso en los tiempos más inciertos, la belleza del mundo y la conexión humana siempre encuentran su camino.